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martes, 20 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-17

17
Armando fajos de mies
Estaban los fajos de mies segada. De trigo, de cebada, de avena, de morcacho. Los cuatro cereales que se siembran en los fríos campos de Mezquita. Los fajos de mies se amontonan en fajinas.
Estaban, por otra parte, los fajos de leña de carrasca y de estepa que se ordenan encima de las tapias del corral y forman los bardales. Reserva de energía para los inviernos. Para los pucheros, para el horno.
Por los aires

En el Quijote, se llaman bardas. Por ellas, asoma Sancho manteado para asombro de su amo que asiste al espectáculo, jinete en su Rocinante. El malvado Caballero de la  Triste Figura se fue sin pagar al dueño del castillo, que era venta. Y es que, como a veces sucede, pagan justos por pecadores.  Y escuderos en lugar de caballeros.
Atados con fencejos
Asombrado está D. Quijote viendo el ascenso y descenso de Sancho desde  el exterior de las bardas o bardal. Porque  el loco, ante el cariz que toma la ventura, puso pies en polvorosa. Porque bien se ven los toros desde la barrera.

Bardal en Mezquita
Pues eso. Los fajos de leña de los bardades, como los fajos de mies cereal , se atan con fencejos, cuerda peculiar hecha de la caña y la espiga desgranada de morcacho, cereal  que se siembra en terrenos altos y fríos. Algún degradado bardal asoma por alguna tapia de algún corral que fue. Fajos de leña que mueren de viejos. Ramera de la carrasca.

Ah, y la tarea de confeccionar los las cuerdas o fencejos  para atar los fajos de la siega, era tarea digna de recoger entre los típicos trabajos de nuestro lugar. Trabajo familiar y comunitario. Como el esbrineo.

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