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viernes, 18 de noviembre de 2011

EVOACIONES MEZQUITANAS-34


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Bandada de palomas asustadas
Las palomas que buscan el sustento en los rastrojos. Que llenan sus buches de grano. Que vuelan en bandadas y se posan en el Cabezo, junto a la Peña llamada de las tales. Las palomas en Mezquita de la Sierra marcan el esplendor y la decadencia del lugar. Las palomas que salen disparadas de sus refugios de la iglesia al percibir la amenaza de la rapaz. Rebaño de alas sonoras que cortan el viento de la urgencia.  En coordinados quiebros espaciales.

Mezquita desde la peña de las palomas
¿Qué fue antes? ¿El huevo o la paloma? ¿Quién emigró antes del “lugar”? ¿las palomas o las personas? Las palomas que vuelan a los rastrojos y habitan el pueblo junto a las personas. Sobre todo, la iglesia. Entre las cúpulas ciegas y el tejado, donde siembran sus descuidados nidos. Sus huevos por parejas y sus pichones. Es el palomar de la iglesia. También anidan en los agujeros de sus muros. Esos agujeros, testigos de andamos que hace doscientos años sirvieron para levantar el templo.  

Fachada de la iglesia donde anidaban las palomas
En el chapitel de la humilde torre, en su tejado, en sus fachadas, todo son revuelos y zureos de palomas. Toda la iglesia, enorme, en el corazón del pueblo, es un palomar gigante. Las palomas, a veces, hasta se cuelan en la liturgia latina que atropella el buen cura con reconocida fama en la comarca.

El gallico, remate de la veleta que marca los vientos, es buen lugar para el pichón más descarado siempre que la flecha no sople el cierzo invernal.

Espadaña tras la última reforma
Estas palomas parecen propiedad del cura. Es decir, de la Iglesia. El cura, por caridad, receta pichones para los enfermos pobres que son casi todos los enfermos. El cura vende la palomina para fertilizar la tierra. Bajar la palomina del palomar sagrado tiene su aquél. Las palomas de Mezquita, tan cercanas a lo sagrado, son también sagradas. Y la casera del mosén persigue a los zagales que persiguen a las palomas, expuestas en los muros del templo, a pedrada limpia. Las palomas, atacadas por los rastrojos por cualquier cazador descreído, que los había. En fin, las palomas, el cura y el pueblo era una trinidad consustancial e inseparada.

¿Quién emigró primero y rompió la sociedad? Ahora, ni cura ni palomas ni nadie. Asombroso paisaje sin palomas