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viernes, 9 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-11

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Así eran las cardas
El caballo de emborrar o emborrizar. Era un caballo peculiar. No era el caballo de Troya, ni Baviera, aunque un poco sí se parecía a Clavileño donde cabalgaron D. Quijote y Sancho por espacios siderales antes de que se inventaran los viajes espaciales. Tampoco era el caballo de de cartón que llegaba con los Reyes Magos. Ni era un poni en que cabalgan niños posmodernos.

Así era la lana
El caballo de emborrar era de madera. Caballo rudimentario donde se fija una carda. Un niño de ocho, nueve años con otra carda en las manos al roce de ambas, emborra que emborra y rasca que rasca. Como un sándwich. Entre medio, anda la lana en bruto, para afinarla y domesticarla. Ras y ras y ras. Cuestión de paciencia. Que a veces, el niño de ocho o nube años, pierde. Abandona el caballo de madera y sándwich peculiar, con el correspondiente enfado del abuelo.

La lana recibe así del niño la primera carda que luego es seguida por los cardadores de primera especial que dejarán la lana como la piel de una niña virgen, suave como el algodón, blanca como la nieve. Lista la lana para ir convertirse en hilo.
Emborrar para María Moliner de Paniza era proporcionar a la lana la primera carda. Pues eso.
Esas eran las ovejas de la lana

jueves, 8 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-10

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Recogidas en mayo de 2011. Junto al cementerio


Manojo de espigas: Del latín vulgar manuculus. Haz pequeño de cosas que se pueden coger con la mano (rae). Manojo, en Mezquita de Loscos es eso, el manojo ordenado de espigas que las espigadoras recogen  de las pocas que los segadores abandonan en el tajo. Hoy, los manojos de espigas de trigo los venden como objeto de decoración. Son hermosos los manojos del postmodernismo que, a algunos, evocan todavía nuestro origen rural. Pero los verdaderos manojos, la caña a una parte, las cabezas a otra, eran los que las mozas espigaban en el tajo y guardaban en el granero como trofeos. Hoy, son los manojos del consumismo y la decoración. Entonces, eran los manojos de la pobreza.
La bíblica Ruth
Eran manojos bíblicos de la espigadora Ruth. “In Bethleem primum hordea metebantur”(Ruth 1,22). “En Belén segaban la cebada”. Ruth “abiit itaque et colligebat spicas post terga metentium”.(Ruth,2-1). Allí fue Ruth “y cogía las espigas que quedaban detrás de los segadores”.

¿Para qué aquellos manojos? Su destino no era la parva bajo el trillo. Alegran la vida y de las gallinas. Exquisito manjar para sus buches. Picoteo de las espigas para alcanzar el grano.
Las segadoras  de Jean Francois Millet.
Uno recuerda a las espigadores de mi “lugar” y los manojos, y a las gallinas cómo los desgranaban.

Otro cuadro de Millet

miércoles, 7 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-9





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El cesto de mimbre. De cuando en cuando, llegan los cesteros a “Olmeda de la Sierra”. A hacer cestos, claro, y cuévanos para la vendimia. El cesto más socorrido era el cesto con asa para llevar comida y almuerzo a los segadores. A buscar el tajo.
Otras veces, el cesto asciende la costera hacia S. Jorge en auxilio de  de quienes asisten a la trilla en las eras. Con el mismo cesto del bracete, salen los zafraneros de madrugada hacia el corrico de zafrán, a recoger sus flores hermosamente frías y sencillamente coquetas. El espectáculo del campo de zafrán en las mañanas heladoras del mes de noviembre.
El cesto de mimbre y caña que se va llenando de pétalos azul claro. El cesto de mimbre y caña. En estos tiempos desgraciados sin zafrán, el cesto, que ha viajado a la ciudad, a veces, sirve para salir al pinar a coger robellones. A falta de pan, buenas son tortas. ¿Qué hace un cesto de mimbre y caña  en la ciudad de plástico?
Los cesteros hacen cestos, resguardados de la inclemencia, en la antigua fragua. Llegan con los mimbres cortados en las mimbreras que crecen en lugares húmedos. Son hábiles los cesteros porque quien hace un cesto hace 
ciento.