12-4-14
Vas a cumplir, mi buen hermano Floren, vas a cumplir, digo,
setenta y ocho años. Aunque en esos mundos a los que has viajado, ya no existe
el tiempo. Te fuiste, hermano. La muerte se te llevó. La Parca odiosa que con
la dalla dispuesta nos sale al encuentro.
Se acabó la pena, el dolor. Y los tuyos te lloran que tanto sufrieron
contigo. A tu lado, en el duro trance, que tú también estuviste siempre
pendiente de todos. Con Adela, al servicio de tus hijos y de tus nietos.
Vuestra casa, lugar de acogida. ¡Cuánta vida en la casa del
barrio de la Paz! ¡Cuánta generosidad! ¡Cuánta paciencia! ¡Cuánto amor! Y qué
decir de la casa del pueblo, la del cura que la compraste a la parroquia.
Fachada a la calle del Medio con la tertulia veraniega. Allí, abrazabas a
todos. Fachada hacia la Sierra, hacia El Castillo y el Cerro. También hacia
Carracastero, donde el cementerio, que
ya te ha recibido.
Has vuelto, para siempre, a tu pueblo. A los campos donde
empezaste a dar fe de la generación más heroica que, quizá, nunca tuvo la
España que amamos y nos duele. La generación de la posguerra. Siempre al
servicio de todos.
Has vuelto a Mezquita de Loscos, ese querido pueblo en el que
apenas hay más vida que la del cementerio y su paisaje eterno. Y sus carrascas
de la Modorra. Quizá milenarias.
Tu pueblo, donde tan pronto empezaste la faena. Agostero en
verano. Y con garrote y morral a pasear las ovejas por ribazos, yermos y rastrojos. La cicatriz que
te queda de aquellos tiempos.
Mezquita desde la copa de El Castillo |
Agostero en la época de la siega por los campos de la Sierra.
Con apenas cinco años:
“La última mano. Las últimas gavillas. Y rasss... y rasss... y
rasss... (Este zagal parece que tarda) Y
rasss... y rasss... Se acabó. Echa una mirada hacia el cruce de caminos, la
Cruz de Majano, y busca al zagal montado en la burra cárdena del abuelo Perico,
justo encima del serón, en cuyos cudujones están los pucheros con el cocido
todavía caliente, los garbanzos y el tocino y la morcilla ... Otro botijo de
agua y otro tonelico de vino... El zagal montado en la burra cárdena y menuda
no aparece por la Cruz de Majano.
-Se atrasa, el almuerzo, Florencio
(Van atando los últimos fajos)
-¿No tenía que traer la comida el zagal?
-Sí. No sé qué le ha podido pasar, que se retrasa.
¡Qué le va a pasar a un pobre crío de cinco años al que le montan
en una burra para que lleve la comida a los segadores! Pues que el traqueteo de
los pucheros del cocido le ha servido de canción de cuna y antes de llegar a Cañagodos, a medio kilómetro del
pueblo, el zagal se ha dormido. Y la burra tiene querencia por el Caminico
Royo, que es llano y por el que , con el abuelo Perico, va muchas veces hasta la Hilada a zahumar los ratones que se
echan en el zafrán. Y la burra cárdena, ante tan evidente falta de dirección,
al llegar al cruce de caminos, como animal avispado, por costumbre y comodidad,
endereza por el Caminico Royo. Y , por esa senda, nunca hubiera llegado el
cocido a los segadores”. (Fragmento de Tintero de
Plomo).
Querido Floren, tu hermano que
pronto se ausentó del pueblo, tiene un vacío en el alma desde que te fuiste.
¡Ah!, por cierto ¿sigues cantando
las cuarenta por esos cielos? Ni me extrañaría que ganaras la partida al mismísimo
S. Pedro.
Mucha felicidad, hermano.