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jueves, 29 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-22


Aldonza-Dulcinea

Los botos y las botas. Pero también los talegos y las talegas. En ambos casos, -o, -a no sólo son marcas de género sino de diferenciación léxica. Pasa lo mismo que con boto y bota Aunque talego y talega tengan rasgos significativos comunes, las peculiaridades respectivas hacen que sean términos distintos. Véase si no. La talega es un saco alargado que se llena de grano en la era para que pueda ser atravesado en la cabalgadura y en el hombro de los varones y de alguna hembra. Con qué garbo Aldonza Lorenzo, Dulcinea con nombre quijotesco, carga en el pollino el saco, la talega de grano. Porque la dulce Dulcinea, a ojos de don Quijote, se transforma en hombruna cargadora de talegas y en campeona manchega del tiro a la barra o el barrón.
"Bien la conozco -dijo Sancho-, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo”. El Quijote Cap. XXV, 1ª parte

Sancho
 En los tiempos que corren, Aldonza-Dulcinea sería producto mediático a la que se engordaría con miles, tal vez millones de euros, a cuenta de su exhibición travestida. ¿Conseguirían las cámaras rescatarla de su retiro manchego? Creo que no porque, más que nada, la Dulcinea-Aldonza o Aldonza-Dulcinea me temo que sería un poco tímida. Amante de la vida privada  además del Caballero de la Triste Figura.

Las talegas que iban con grano al molino y volvían con harina. Talega, femenino, que es lo grande. Talego, masculino, lo pequeño. La talega que baja de la era repleta de grano. Que sube y baja del granero. Que va y vuelve del molino. El talego bendito y pequeño. Pasa lo mismo que con boto y bota, pero al revés en cuanto al género. Aquí, boto es grande y bota pequeña.

Y Sancho por los caminos de la Mancha lleva alforja y, quizá, dentro de la misma, el talego con el queso y la cebolla para su propio condumio y, en caso de extrema necesidad, también del  de su amo. Dentro de la alforja estaría, seguro, la bota de vino tinto. Alforja y talego se llevan en Mezquita como en el gran Toboso de la Mancha. El talego con el almuerzo o la merienda que, a su vez, se guarda en la alforja del labrador o en el morral con que cargan los pastores .

martes, 27 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-21


21

"Descomunal batalla".




“Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto, con otros bravos sucesos que en la venta sucedieron” (cap. XXXVI, 1ª parte de Quijote. Aquellos cueros, los enemigos del Caballero triste, con los que mantuvo sangrienta batalla. Descomunal.
--“… sin duda alguna el gigante está ya muerto y dando cuenta a Dios de su pasada y mala vida, que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que es tamaña como un gran cuero de vino.
--Que me maten -dijo a esta sazón el ventero- si don Quijote o don diablo no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino tinto derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre”.

En Mezquita en aquellos tiempos, había pieles curtidas, cueros para depósito de vino tinto que se producía en las tierras altas y frías. Por allá, por el Batán, palabra también cervantina (recuérdese la sin par aventura divertida de los batanes que puso el miedo en el valiente Caballero Andante y alteró, hasta qué punto, las sensibles tripas de Sancho), había unas cepas, unos sarmientos, unos pámpanos y uvas para vino tinto. Silvano recuerda haber ido  a podar las cepas con el abuelo Paulino, allá, por los Batanes, cuando era muy niño, en una mañana de mucho calor.

Aquellos cueros de piel de oveja que, repletos de caldo, semejan monstruos, gigantes para D. Quijote,  en mi “lugar” llámanse botos. Los botos de vino tinto, un poco ácido, que se llenan en el trujal para vaciarlo en las pipas o toneles domésticos. Para saciar la sed y alegrar el alma brava y campesina.
Odre, cuero, boto

Los botos y las botas. También había, claro, botas en el lugar. La bota, criatura, no fenecida, sirve para el trago directo. Cabe entre las manos y sirve su caldo con elegancia. Para el caso, también está el porrón que siempre anda por la mesa, y el tonelico con su fuente de caña biselada y freno del chorro tinto con ramita de tomillo oloroso.

La bota hay que saber manejarla, y nadie para ello como Sancho, el escudero, por los campos de La Mancha que podía competir, quizá con desventaja, con algunos vecinos de  Mezquita que fueron.
“Sancho asimesmo callaba y comía bellotas, y visitaba muy a menudo el segundo zaque, que, porque se enfriase el vino, le tenían colgado de un alcornoque” Cap. XI, 2ª parte..
Zaque: Palabra árabe. Odre pequeño.R.a.e. Es decir, una bota.



lunes, 26 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITAS-20

20
Tinajas de barro enormes. También llamadas cazuelas. Misteriosas, milagrosas, redentoras del hambre en tiempos escasos. Allí, la matanza en conserva. Las costillas, el lomo, la longaniza  celestial eran la reserva corporal de aquella vida sin excesos.

Se ahogan en aquellas cazuelas grandes bocados exquisitos una vez pasados por la sartén en el fuego del hogar. Allí añejan su bondad. En las cazuelas. Ya llegará el momento de ahondar el cucharón en aquel pozo del gozo. Aquellos bocados, recreo de la gula y de la fatiga heroica de la siega. Las conservas del cerdo adobadas en aceite.

Al poco de la matanza, se salan los perniles y se concluye el rito, en la medida adecuada. Se cuelgan en el granero. Allí, al fresco de la sierra, alcanzan el punto de madurez y oreo adecuados. El jamón, perfume y gusto.

Y las güeñas que también penden de un clavo desde la viga de chopo. Y los chorizos. Y el colmo del gusto, las longanizas, manjar increíble, que, con sólo su recuerdo, se siente, no sé qué se siente.

La cazuela de barro enorme para el escabeche de perdiz y perdigacho sorprendidos a traición entre las nieves. Abatidos en lucha sin par entre vuelos y andadas por barbechos, yermos, carrascales y cumbres. Engañados con reclamos de jaula en una sinfonía de cantos amorosos y tragedias. La caza con reclamo cuando el invierno caía y las gallinas hermosas pasean sus nupcias por el campo.