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sábado, 26 de marzo de 2011

TRES ENCUENTROS CON MEZQUITA, 1968,1981, 2003

26-03-11
Mi nacencia en ese humilde rincón del planeta tierra --un átomo en el espacio— fue apenas terminada la Guerra. Julio de 1939. Diez años abriéndome poco a poco a una realidad que se imponía tras la contienda entre hermanos. Por S.Jorge y por El Castillo aún se adivinan las trincheras y cicatrices que la erosión poco a poco van desdibujando.
Uno, al paso de los días, va entrando en razón. Con once años recién cumplidos, salió del “lugar” para casi no volver. Sólo de visita. Con ausencias de hasta ocho años.
¿Por qué tan poco tiempo ha dejado tanta huella en mi memoria? ¿Por qué tanto querer a esa tierra roya donde nace y crece el cereal? Es algo misterioso. Cada día, me amanece con su paisaje estampado en el alma.

Mirando hacia atrás, Silvano llega a la conclusión de que tras salir del pueblo, para vivir otros espacios y singladuras, hubo tres momentos importantes para afianzar mi afecto terruñero:

·         1968: Semana Santa. Fin de mis estudios universitarios. Fin de la paz estudiantil. Mayo revolucionario. Te acercas a Mezquita para recoger aspectos costumbristas enraizados en aquellas gentes de la Sierra de Cucalón. Tras unos años de posguerra, de una vitalidad en auge, ha llegado la pulsión migratoria. Momento oportuno, pues para recoger muestras en un campo virgen. La cosecha fue abundante. Los resultados, en la tesina fin de carrera. Premiada por la Diputación Provincial de Teruel.
 
·         1981: Organizador de las fiestas del pueblo. En buena y mala hora a alguien se le ocurrió embarcarme en esa tempestad. Uno que de eso, de fiestas, nada sabe.  Buenísimos colaboradores. Inmenso trabajo. Apaño por concejo –como Dios manda-- de plazas y calles. Contrato de músicos. Abastecimiento del café-bar y administración, único medio de obtener dinero  para pagar obras y fiestas… Homenaje a los ancianos con la ayuda de los amigos de Plenas. En esta villa, logramos recuperar una sorprendente danza. La de “el reinau”. Estupendo. En Mezquita, las birlas, el tiro de barra, el tiro a la bola, el canto de la aurora, el canto de tercia… Como consecuencia de lo vivido aquellos días, fueron apareciendo artículos en HERALDO  sobre aspectos costumbristas y antropológicos de Mezquita. Artículos de éxito y premiados. Pero qué ingratos resultan, a veces, esos compromisos desinteresados. La música no sólo no gustó sino que hubo un conato de rebelión para despacharla. Teníamos que atender el bar, labor  fatigosa como ninguna. Ni una cerveza nos permitíamos sin pagarla. Qué duro. Pues cierto personaje tuvo la desfachatez de pedirnos las cuentas de las fiestas antes de que terminaran. Por supuesto que hubo superávit. Como nunca.
 
·         2003: Archivo Diocesano: Allí, en la Plaza de La Seo, en los sótanos del palacio arzobispal, Silvano pasó mañanas deliciosas consultando documentos sobre Mezquita. No podía imaginar que hubiera tantos legajos.

Quizá, a partir de este momento, el contenido de mi blog NOGUETA DE MEZQUITA tenga mucho que ver  con el rastro que en en mi dejaron esos momentos.

Cuando pienso, siento y escribo sobre Mezquita, esas tres etapas tienen mucho que ver. Sin olvidar, por supuesto, los diez años de mi infancia mezquitana. Cuatro tiempos que siguen alimentando mi sentimiento.

jueves, 24 de marzo de 2011

FUENTE, LAVADERO, ABREVADERO


24-03-11
Espacios vividos. De eso hablaba el otro día. Los hay más abiertos. Bajar desde el barrio de El Castillo, junto a Las Eras, hasta la fuente, lavadero, abrevadero. Dejarse ir cuesta abajo. Suceso reiterado. La ascensión siempre más costosa. El peso de los cántaros, la cesta de la ropa limpia, la indolencia de las pollinas, la tontuna del rebaño… La eterna fatiga de los habitantes del barrio alto para acceder al  agua, toda agua que se encuentra al fin del otero en cuya cumbre vigila S. Jorge y en su falda se estampan Las Eras, primero, y después las casas.

La arquitectura muere a la orilla del Pilero no pocas veces exhausto. A la otra orilla, pasado el puentecito que fue –qué pena- y al que se pegaba el olmo, está la fuente sillar de curva techumbre, con único manantial que llena el aljibe y desborda hacia abrevadero y lavadero.

Allí acude todo viviente  a saciar la sed y lavar panas y lienzos. La sed nuestra de cada día de la palabra desahogada. Lugar propicio a la conversación y noviazgo al caer la tarde y cuando el frío amaina. Ellas a  llenar los cántaros de barro,  ellos a  dar de beber a las bestias.