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sábado, 3 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-7


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¿Había Reyes Magos en la “Olmeda de la Sierra”, “El Carrascal del  Castillo” o en Mezquita de Loscos para un niño de la Guerra? ¡Los niños de la Guerra! ¡Los Magos de los cuarenta!
 Hacía frío, mucho frío en aquella casa que se asoma al Norte, a S. Jorge y a las eras que, con frecuencia, en estas fechas, aparecían nevadas.
¿Había Magos Melchores, Gaspares y Baltasares? Los padres, también los abuelos, decían que llegan Reyes a los que tener contentos y, por ello, hay que dejarles condumio para ellos y sus cabalgaduras. Magra era la carga de sus Majestades que llegaba hasta aquellos lugares en aquellos tiempos.
A veces, una barrita de guirlache que, en la noche de autos, los padres, con almendras de la Huerta de la Higuera, caramelaban con urgencia.
A veces, un caballo de cartón, que ya era la repera.
"Relonchil" con una guía y a rodar. ¡Qué gozo!
A veces, un lapicero.
Llegan por las eras y se introducen por la chimenea. Por la que también se cuela el viento silbando su heladura.
Barritas de guirlache
Curioso. Los niños de la Guerra nunca vieron a los Reyes colarse por la chimenea. Había que creer en ellos como se cree en los fantasmas que no existen. Los niños modernos y posmodernos ven Reyes Magos por todas partes. Pasean sin pudor por el asfalto y ya no se molestan en aterrizar invisibles por los tejados y chimenea, que, por cierto, solía vomitar humo cegador y asfixiante. No me explico cómo aquellos Magos soportaban el frío, el humo y la invisibilidad.
Algo así. Pobrecito. El cabllo, claro.
¿Y qué? ¿Son más felices los niños del empacho actual,  con juguetes de Magos, que llegan por Navidad, y de parientes que no precisan llegar, que están y pueden, a diario,  satisfacer caprichos? Pobrecitos. ¿Los Magos, los parientes o los niños? Todos. Me merecen más lástima que me merezco por el guirlache, el caballo de cartón y el lapicero.  

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