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domingo, 28 de agosto de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-3





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El candil. Un cubilete de latón con salida acanalada en un extremo. Objeto minúsculo. A veces, la tenue energía ,embarcada desde el pequeño generador de Albalate del Arzobispo, no llega a la sierra. 
Ya ha venido la luz. Aún no ha venido la luz. No sé cuándo va a venir la luz. Vaya, otra vez se ha ido la luz. Ha habido tormenta y hoy no vendrá la luz. Expresiones que menudeaban.
Estamos hablando de los años cuarenta del siglo pasado.
Para esas circunstancias, tan frecuentes, está la esencia del candil, remedio cotidiano. Cuando avanza la penumbra y no se enciende la bombilla, allí está dispuesta la mecha algodonosa del candil bañada en aceite de oliva, tal vez, de Belchite. Para iluminar las sombras de la casa. Era la luz-móvil que se paseaba por las dependencias humanas y animales. Lo mismo ilumina el parto de una res que la masada al alba de la dueña de la casa.Para evitar tropiezos.
También, para ascender hasta la sala y las alcobas. Por las vigas de los techos siempre había un  clavo para colgar el candil. El humilde candil. El candil .




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