El candil. Un cubilete de latón con salida acanalada en un extremo. Objeto minúsculo. A veces, la tenue energía ,embarcada desde el pequeño generador de Albalate del Arzobispo, no llega a la sierra.
Ya ha venido la luz. Aún no ha venido la luz. No sé cuándo va a venir la luz. Vaya, otra vez se ha ido la luz. Ha habido tormenta y hoy no vendrá la luz. Expresiones que menudeaban.
Para esas circunstancias, tan frecuentes, está la esencia del candil, remedio cotidiano. Cuando avanza la penumbra y no se enciende la bombilla, allí está dispuesta la mecha algodonosa del candil bañada en aceite de oliva, tal vez, de Belchite. Para iluminar las sombras de la casa. Era la luz-móvil que se paseaba por las dependencias humanas y animales. Lo mismo ilumina el parto de una res que la masada al alba de la dueña de la casa.Para evitar tropiezos.
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