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lunes, 7 de marzo de 2011

EL CALLEJÓN


08-03-11
Junto al callejón del tio(sic) Cipriano, el callejoncito y la casa escondida donde Silvano nació.
La parte que podíamos llamar la granja –gallinas, cerdos, conejos--, cubierto para el rebaño de ovejas, cubierto para burros de reja y carga…, ya en ruinas.
Pegada a esa estancia borriquera, la cocina que cobra inusitada importancia en invierno.
Más hacia poniente, el lugar donde habitan las personas: el patio empedrado sin figuraciones geométricas como en otras casas. La escalera que sube a la sala con acceso a las alcobas y a los graneros. Por encima, directamente la techumbre de teja árabe. Refugio humilde.
Nuestro belén donde las ovejas y corderitos balan, asnos rebuznan, resoplan y patalean, gallinas cacarean, gallos cantan que “quieren quebrar albores”, cerdos gruñen y cerdean. El perro cazador ladra y el perdigacho de reclamo reclama con su cha, cha, cha su lugar entre carrascas donde se encuentra la perdiz. Conejos silenciosos que hacen sus madrigueras por los fiemos del corral. Su sonido es sólo de percusión cuando atisban peligro y dan un zapatazo seco en el pavimento de paja sucia. Un concierto de aves y cuadrúpedos en toda regla.
Por encima de las tapias de piedra basta, cogida con yeso, los bardales de leña, la ramera de la carrasca. Las trancas, se amontonan en un rincón.
La casa, pegada a Las eras, se asoma hacia el sur soleado, hacia el Cabezo y El Castillo y el camino de la fuente. Un ventano se abre al cierzo, al norte, a Las Eras y S. Jorge.

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