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lunes, 30 de julio de 2012

VIVENCIAS-1


26-07-12
Tres días sin amanecer en esta página. Sucede que Silvano, de cuando en cuando, tiene la urgencia de ver otros amaneceres. Una mañana del 24 de julio de 2012. En dura ascensión hacia El Castillo. Por el Cementerio. Por la Magalena. Por Carracastero, que mira a El Castillo y al alba, y que se asoma al Hondón.
Amanecer en Carracastero
Mezquita. Estoy en Mezquita, claro. No me gusta un nombre tan sagrado para mi pueblo. Me gustaría llamarlo La Olmeda porque dicen que por allí cerca, por Santo Domingo, hubo una aldea o pardina que la llamaban así.
Mezquita o La Olmeda, sea como fuere, es tu soñar. En primavera, verano, otoño o invierno. Porque Mezquita o La Olmeda son cuatro mezquitas u olmedas según la estación.
Claro que madrugas, como es costumbre. En esta ocasión, no por tejer tu discurso en la complicada urdimbre del pensar, sino por ver cómo llega el sol, una vez más. Eso.
Desde el Castillo. Al fondo, Peñatajada
El sol se despereza entre una bancada de nubes oscuras cuando caminas por la dura cuesta de Carracastero.
Bellísimo topónimo si analizamos su etimología. En esta habla de tu “lugar”, se forman palabras según la dirección que toman los caminos. Si el sendero da la cara a Loscos, se llamará Carraloscos. Así, el tramo de camino que mira a El Castillo será Carracastero. Del latín `cara y castellum´. Cara El Castillo.
Pues ya estamos en Carracastero. Y ya ha salido el sol. Y ya ha volado del “brozal” una codorniz. Y ya es preciso encarar el último tramo de nuestra ascensión.
-Quiero subir por última vez a El Castillo.
-Uf, el otro día, fulano quiso subir y, al llegar a las carrascas, tuvo que darse la vuelta.
-Lo mismo le pasó a zutano.
Desde el Castillo
Casi te ponen el miedo en los pies, en las piernas y en el cuerpo todo. Y no digamos en el alma. Pero José es un buen guía y prudente como nadie. Así, ladeamos el monte y buscamos claros que nos permitan dirigir nuestros pasos entre el carrascal cada vez más tupido. Antes, en este monte, las encinas eran elementos sembrados discontinuamente. Tan es así, que los claros eran tierras de labor donde crecía espléndido el cereal. Ahora, es bosque cerrado que casi impide subir a la ´copa´ que es lo mismo que llegar a la cumbre. Unos 1200 metros para ver un extenso y hermoso paisaje. El propio de un verano seco. Por una parte, la Sierra Oriche negra de bosques de encinas. Por otra, barbechos y rastrojos y yermos, que aquí llaman “iriazos”, donde el olor a tomillo es una constante.
En fin. Subida al Monte Carmelo, de S. Juan de la Cruz. Castillo del alma o Las Moradas de Teresa de Ávila. Subir al Monte o al Castillo siempre tiene algo de espiritual y hasta místico. Y si son los montes y castillos de tu pueblo, mucho más. 

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