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martes, 27 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-21


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"Descomunal batalla".




“Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto, con otros bravos sucesos que en la venta sucedieron” (cap. XXXVI, 1ª parte de Quijote. Aquellos cueros, los enemigos del Caballero triste, con los que mantuvo sangrienta batalla. Descomunal.
--“… sin duda alguna el gigante está ya muerto y dando cuenta a Dios de su pasada y mala vida, que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que es tamaña como un gran cuero de vino.
--Que me maten -dijo a esta sazón el ventero- si don Quijote o don diablo no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino tinto derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre”.

En Mezquita en aquellos tiempos, había pieles curtidas, cueros para depósito de vino tinto que se producía en las tierras altas y frías. Por allá, por el Batán, palabra también cervantina (recuérdese la sin par aventura divertida de los batanes que puso el miedo en el valiente Caballero Andante y alteró, hasta qué punto, las sensibles tripas de Sancho), había unas cepas, unos sarmientos, unos pámpanos y uvas para vino tinto. Silvano recuerda haber ido  a podar las cepas con el abuelo Paulino, allá, por los Batanes, cuando era muy niño, en una mañana de mucho calor.

Aquellos cueros de piel de oveja que, repletos de caldo, semejan monstruos, gigantes para D. Quijote,  en mi “lugar” llámanse botos. Los botos de vino tinto, un poco ácido, que se llenan en el trujal para vaciarlo en las pipas o toneles domésticos. Para saciar la sed y alegrar el alma brava y campesina.
Odre, cuero, boto

Los botos y las botas. También había, claro, botas en el lugar. La bota, criatura, no fenecida, sirve para el trago directo. Cabe entre las manos y sirve su caldo con elegancia. Para el caso, también está el porrón que siempre anda por la mesa, y el tonelico con su fuente de caña biselada y freno del chorro tinto con ramita de tomillo oloroso.

La bota hay que saber manejarla, y nadie para ello como Sancho, el escudero, por los campos de La Mancha que podía competir, quizá con desventaja, con algunos vecinos de  Mezquita que fueron.
“Sancho asimesmo callaba y comía bellotas, y visitaba muy a menudo el segundo zaque, que, porque se enfriase el vino, le tenían colgado de un alcornoque” Cap. XI, 2ª parte..
Zaque: Palabra árabe. Odre pequeño.R.a.e. Es decir, una bota.



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