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jueves, 15 de septiembre de 2011

EVOCACIONES MEZQUITANAS-14

14

Mera de las ovejas

Merar. Que, según los diccionarios al uso, quiere decir mezclar líquidos, como por ejemplo vino con agua. En Mezquita es lo mismo que marcar a las reses, que siempre son ovejas, con el hierro familiar. La señal distintiva del rebaño familiar estaba hecha en hierro a la que se le unía un mango. Se unta en pez ardiente para aplicarla a la lana del animal por encima de la barriga.

La mera, a veces, era una o varias letras que respondían a las iniciales del nombre y apellido del dueño del rebaño. Siempre hubo rebaño por casa. Y por allí estaba la mera y el caldero en el que ardía la pez. Una herradura era la marca del rebaño. ¿Por superstición? No creo.

El día de la mera  es un día especial. La paridera, el corral se llena de balidos. Una fiesta. Como el día del esquilo. Una inquietud animal y pastoril en la granja. Como en la ganadería brava. Pero menos.
La pez, negra, viscosa y pegajosa. Permanecía sobre la lana, que crecía, hasta el próximo esquileo. Para reconocer a la res ¿qué miraba el pastor o el dueño del rebaño? ¿La marca negra de pez? ¿El rostro o cara de la oveja? Vaya usted a saber. Depende.
La biblia dice que el buen pastor conoce a sus ovejas, no precisamente por la mera. Las conoce como la madre a sus hijos. Individualmente. Eso es querer.


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