26-07-12
Tres
días sin amanecer en esta página. Sucede que Silvano, de cuando en cuando,
tiene la urgencia de ver otros amaneceres. Una mañana del 24 de julio de 2012.
En dura ascensión hacia El Castillo.
Por el Cementerio. Por la Magalena. Por Carracastero,
que mira a El Castillo y al alba, y que se asoma al Hondón.
Amanecer en Carracastero |
Mezquita. Estoy en Mezquita, claro. No me
gusta un nombre tan sagrado para mi pueblo. Me gustaría llamarlo La Olmeda porque dicen que por allí
cerca, por Santo Domingo, hubo una
aldea o pardina que la llamaban así.
Mezquita
o La Olmeda, sea como fuere, es tu soñar.
En primavera, verano, otoño o invierno. Porque Mezquita o La Olmeda son cuatro
mezquitas u olmedas según la estación.
Claro
que madrugas, como es costumbre. En esta ocasión, no por tejer tu discurso en
la complicada urdimbre del pensar, sino por ver cómo llega el sol, una vez más.
Eso.
Desde el Castillo. Al fondo, Peñatajada |
El
sol se despereza entre una bancada de nubes oscuras cuando caminas por la dura
cuesta de Carracastero.
Bellísimo topónimo si analizamos su etimología. En esta habla de tu “lugar”, se forman palabras
según la dirección que toman los caminos. Si el sendero da la cara a Loscos, se llamará Carraloscos. Así, el tramo de camino
que mira a El Castillo será Carracastero. Del latín `cara y castellum´. Cara
El Castillo.
Pues
ya estamos en Carracastero. Y ya ha salido el sol. Y ya ha volado del “brozal” una codorniz. Y ya es preciso encarar el último tramo de nuestra
ascensión.
-Quiero
subir por última vez a El Castillo.
-Uf,
el otro día, fulano quiso subir y, al llegar a las carrascas, tuvo que darse la
vuelta.
-Lo
mismo le pasó a zutano.
Desde el Castillo |
Casi
te ponen el miedo en los pies, en las piernas y en el cuerpo todo. Y no digamos
en el alma. Pero José es un buen
guía y prudente como nadie. Así, ladeamos el monte y buscamos claros que nos
permitan dirigir nuestros pasos entre el
carrascal cada vez más tupido. Antes, en este monte, las encinas eran
elementos sembrados discontinuamente. Tan es así, que los claros eran tierras
de labor donde crecía espléndido el cereal. Ahora, es bosque cerrado que casi
impide subir a la ´copa´ que es lo mismo que llegar a la cumbre. Unos 1200 metros
para ver un extenso y hermoso paisaje. El propio de un verano seco. Por una
parte, la Sierra Oriche negra de bosques de encinas. Por otra, barbechos y
rastrojos y yermos, que aquí llaman “iriazos”,
donde el olor a tomillo es una constante.
En
fin. Subida
al Monte Carmelo, de S. Juan de
la Cruz. Castillo del alma o Las Moradas de Teresa de Ávila. Subir al Monte
o al Castillo siempre tiene algo de
espiritual y hasta místico. Y si son los montes y castillos de tu pueblo, mucho
más.
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